¿Quién es Jesús? La respuesta a esta pregunta decidirá tu destino terreno y tu eternidad.
Como sociedad cristianizada estamos tan acostumbrados a conmemorar al niño del pesebre en Diciembre, al hombre crucificado y resucitado en Abril, que hemos dejado de preguntarnos a nosotros mismos cuál es nuestra relación con Él, qué lugar ocupa o debería ocupar su Persona en nuestra vida.
Acostumbramos a pensar en Él cómo el personaje de las tarjetas navideñas, el protagonista de las películas de Semana Santa. Como si Él fuese un ente impersonal, una figura presente pero ausente, un simple retrato de los ideales más elevados de la sociedad. Pero ¿quién es Él verdaderamente? Y aún más ¿qué significa él para mí?
Basta con abrir la Biblia en el primer versículo, del primer capítulo del Evangelio de Juan para descubrir la más reveladora declaración acerca de Jesús: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.”
Jesucristo es Dios hecho carne, es el Creador del universo que adoptó forma humana, para que pudiéramos mirarle, oírle, palparle. Es los ojos, la boca, los brazos del Padre. Es la más alta evidencia que Dios anhela un relacionamiento íntimo con sus criaturas.
Jesús es más que un concepto, Jesús es una Persona que desea fervientemente ser nuestro compañero inseparable, tan fervientemente que hasta su vida dio para que esto pudiera hacerse real.
Jesús tiene pensamientos, sentimientos, voluntad. Con esa misma voluntad elige amarnos todos los días, no se cansa de llamarnos, buscarnos, atraernos. Lo que hagamos con ese llamamiento va mucho más allá de ignorar o atender, pues las implicancias resonarán por la eternidad, siendo el cielo o el infierno el lugar de destino.
¿Qué vas a hacer con el niño del pesebre? ¿cobrará vida para ti? Jesús está esperándote, búscale, acércate, ven a Él.
